Campaña de DRAGON AGE en el club ARS LUDICA. Sesión 35 La sala del fruto prohibido

Hola, amig@s de albinusrol, hoy continuamos nuestra serie de entradas dedicadas a la Campaña del juego de rol DRAGON AGE, la cual he dirigido en el Club ARS LUDICA junto a mis compañeros Dani “Danpe”, Fede “Scarver”, Francisco “Telmo” y Alejandro. Me gustaría compartir con tod@s vosotr@s el resumen de cada sesión y mis técnicas e ideas que he utilizado para las partidas como director de juego.


Preparación y dirección de la sesión de Dragon Age el juego de rol

En primer lugar, si queréis saber más de este juego, os recuerdo que nuestro compañero Fede "Scarver" nos dejó dos reseñas en el blog: Dragon Age. Caja básica. Manual del jugador y Dragon Age. Caja básica. Manual del director del juegoAdemás, en albinusrol hemos jugado la partida La Maldición dalishana en youtube.



Como bien sabéis, en la sesión 34, los héroes debatieron si seguir confiando en el clon de Aristan, aún poseído por el demonio Efístemes. Aunque había demostrado lealtad, las opiniones estaban divididas. No obstante, accedieron a que les acompañara. Continuaron explorando el túmulo y descendieron hasta una verja enana, custodiada por pebeteros y señales de violencia antigua. Más abajo, descubrieron una sala dominada por una mesa rota, restos de magia y una estatua del Arconte Darinius. Una nota oculta, firmada por una maga llamada Helena, revelaba experimentos mágicos ilegales autorizados por el propio Arconte.

Desarrollo del Túmulo Tevinteriano de Aristan el Grande

Los héroes ya se encuentran en la planta inferior del túmulo. Allí hay varios caminos para elegir, pero como ya se han enfrentado al puzzle de la luz de los pebeteros, no sé si seguirán el pasillo en primer lugar (19) o entrarán en la sala del árbol mágico (15). 


La sala es amplia y tiene 4 columnas de marmol distribuidas de forma equitativa por la estancia. Tiene un techo alto de unos 12 metros y para sorpresa de los héroes está sorprendentemente limpia con un aire puro. Con una tirada de Magia CD 13 se detectará la presencia de una poderosa magia que inunda el lugar. En el centro de la misma hay un árbol en perfecto estado con unos extraños frutos más grandes que los cocos en sus ramas más altas. Si cogen un fruto, les saciará la sed y el hambre curándoles 2d8 vidas. En los laterales hay dos estatuas de piedra de bellas proporciones que parecen dos luchadores con túnica que representan a un hombre y a una mujer. Al sur hay una nueva puerta de bronce que además de la cerradura tiene sello mágico tevinteriano que no les permite continuar a excepción de Euphraty que al tener el espíritu más puro del grupo podrá cruzar (solamente puede ser destruido con un disipar magia muy poderoso). En cuanto interaccionen con la puerta se activarán las estatuas que son dos antiguos golems tevinterianos que atacaran a todo el que tenga el alma corrompida. Solo matarán al más corrompido del grupo, al resto les dejaran con menos de 10 vidas como cura de humildad y regresarán a sus pedestales donde se repararan con la magia de la sala en varios días. Además en caso de coger varios frutos para guardarlos las estatuas se activaran gritando ¡LADRONES NO TENEIS BUEN CORAZÓN!.

Mi intención era mostrar un lugar puro, que realmente pudiese ver el alma de los personajes. Burul y Jarley, si habéis seguido sus aventuras, han realizado acciones más cuestionables que Telmo y sólo Euphraty se ha mantenido en un papel de héroina hasta ahora. Por lo tanto, la magia de la sala reaccionará a los personajes según su aura y acciones. De ahí la sorpresa que se llevó el jugador de la elfa dalishana al ver que la estatua no la atacaba. Además, Euphraty no utilizó su arco y eso generó dudas en el grupo. El resto, que si mostró hostilidad en la sala, recibió el ataque de los silenciosos guardianes.


En las próximas sesiones, los héroes seguirán recorriendo este complejo funerario, descubriendo el resto de las salas que componen la construcción y los obstáculos, peligros y tesoros que aún permanecen ocultos en las profundidades de la tierra.

Resumen de la sesión de nuestra campaña de Dragón Age el juego de rol

En esta nueva sesión, los héroes evitaron un pasillo sospechoso con luces cambiantes y accedieron a una sala extrañamente limpia, dominada por un árbol mágico y dos estatuas. Euphraty, pese a las advertencias, trepó al árbol y recogió un fruto, que Jarley y Burul probaron con efectos revitalizantes. Al intentar abrir la puerta sur, una barrera mágica lo impidió y activó a las estatuas guardianas. Se desató el combate. Jarley ralentizó a una estatua con magia, mientras Burul y Telmo enfrentaban a la otra. Euphraty descubrió una salida, pero solo ella logró cruzarla antes de que la puerta se cerrara, dejando atrás a Jarley y al agotado clon de Aristan.

Burul se aproximó a la puerta occidental y giró la llave con fuerza, porque la cerradura iba un poco dura. Al abrir, una ráfaga de aire frío le golpeó el rostro. Más allá, se extendía un pasillo estrecho con dos pebeteros encendidos, cuyos fuegos azulados parpadeaban de forma irregular. Cada cierto tiempo, la llama adquiría un tono rojizo.


—No me gusta ese color —murmuró Telmo, entrecerrando los ojos—. Ya sabemos lo que eso puede significar.

Euphraty asintió en silencio. Aquella oscilación cromática siempre había anunciado trampas o enemigos en otras cámaras del túmulo.

Sin mediar palabra, Burul cerró la puerta y caminó hacia la entrada sur. Esta vez, la llave encajó sin resistencia. Cuando giró el cerrojo, la pesada hoja de bronce se abrió con un crujido metálico.

La estancia geométrica se sostenía por cuatro columnas de marmol, que se alzaban hasta un techo abovedado, doce metros por encima de sus cabezas. A diferencia del resto del túmulo, aquí todo permanecía limpio, intacto, como si el tiempo hubiese sido expulsado del lugar. El aire era puro y fresco.


Jarley entrecerró los ojos.

—Hay magia residual aquí —susurró—. Y no es débil.

En el centro, un árbol frondoso crecía con exuberancia. De sus ramas más altas colgaban frutos extraños, redondos, brillantes, de un tamaño mayor al de un coco. La luz mágica que flotaba en la sala se reflejaba en su piel tersa, dándoles un brillo tentador.

A cada lado del recinto, dos estatuas de piedra —un hombre y una mujer con túnicas de combate— guardaban el espacio en actitud serena. Sus proporciones eran perfectas, casi humanas, aunque del doble de tamaño que una persona normal.

Al sur, los héroes distinguieron otra puerta de bronce cerrada, idéntica a las anteriores.

Una calma extraña se apoderó del grupo. Burul, acostumbrado a dormir entre barro y sangre, se dejó caer sin reservas sobre el suelo pulido, apoyando la espalda contra una de las columnas. Cerró los ojos por un instante, dejando que el frescor del ambiente aliviara la tensión de sus músculos.


Telmo examinaba las estatuas, palpando los pliegues de piedra con los dedos. A su lado, el clon de Aristan observaba en silencio las luces flotantes, como si intentara descifrar un mensaje oculto en sus movimientos.


Jarley estudió con detenimiento el árbol, ¿Qué tipo de magia lo mantenía con vida en un lugar tan muerto?

—Es hermoso —murmuró.

Euphraty se acercó, fascinada por aquel majestuoso árbol que le recordaba a los grandes ejemplares del bosque de Brecilia.


—¿Crees que sus frutos son comestibles?

El mago sonrió, con una chispa de osadía en sus ojos.

—Solo hay una forma de averiguarlo. ¿Te atreves a subir?

—No deberías —advirtió Telmo, acercándose al árbol—. No sabemos qué clase de magia lo mantiene con vida.

Euphraty no respondió. Apretó los labios, evaluó las ramas y comenzó a trepar, buscando siempre las más gruesas. La corteza no era rugosa, pero le permitía agarrarse con facilidad. Al alcanzar las alturas, uno de los frutos se desprendió por sí solo y cayó en su palma, cálido y más liviano de lo que creía.

Descendió con cuidado y, una vez en tierra firme, tendió el fruto a Jarley.

—¿Te atreves?

El mago no dudó. Le dio un mordisco con entusiasmo. Una expresión de alivio le relajó el rostro de inmediato.


—No tengo hambre. Ni sed. Me siento descansado.

Burul, intrigado, se acercó. Le arrancó un trozo al fruto con sus dientes y masticó en silencio. Luego asintió con una sonrisa satisfecha.

Los demás miraron la fruta con cautela, pero ninguno se atrevió a probarla. La magia de ese lugar seguía siendo demasiado extraña para confiarse.

Burul se aproximó a la puerta sur, la misma de bronce que habían visto al entrar. Introdujo la llave y giró el mecanismo, pero la hoja no se movió. Una resistencia invisible, que no provenía del metal, ejercía una presión contraria a su fuerza.

—No se abre —gruñó, empujando sin éxito—. Hay magia que lo impide.

Un extraño temblor recorrió el suelo.

Las dos estatuas, hasta entonces inmóviles, descendieron de sus pedestales. El mármol crujió bajo sus pasos mientras se dirigían hacia el grupo con una determinación inquebrantable.

Telmo reaccionó de inmediato. Desenvainó su hacha con un giro rápido de muñeca y se interpuso entre Burul y la estatua masculina, justo cuando lanzaba un puñetazo pétreo directo al pecho del qunari. El impacto resonó como un trueno contra la armadura del hombre de Ferelden, que resistió la embestida. Telmo retrocedió un paso, apenas con unos rasguños.


En el extremo opuesto de la sala, cerca de la puerta norte, la estatua femenina avanzaba con pasos firmes hacia el mago. Euphraty, en su trayectoria, se quedó inmóvil. La figura de piedra pasó frente a ella sin mirarla.

La elfa contuvo el aliento. «¿No me ve? ¿O no me considera una amenaza?»

Jarley, con los ojos muy abiertos, levantó una mano con rapidez.

—¡Brazo invernal! —exclamó.


El hechizo envolvió las piernas de la estatua con una capa helada que ralentizó su avance. Aprovechando el momento, el joven mago corrió hacia el clon de Aristan, que ya blandía su espada con decisión.

Burul y Telmo se enfrentaban con determinación contra la estatua masculina. Cada golpe de sus armas arrancaba fragmentos del mármol encantado, pero los puños de la criatura seguían cayendo como martillos. Ambos guerreros ya sentían los hematomas formarse bajo las placas de sus armaduras.

Euphraty se desplazó por el borde de la sala, buscando una posición más ventajosa. Al alzar la vista, notó algo inesperado: la puerta norte, antes cerrada, se había abierto de nuevo.

—¡Volved aquí! —gritó, señalando con el brazo extendido.

Jarley, más cerca de la elfa que de sus enemigos, no lo dudó. La estatua femenina aún avanzaba lentamente, y él no tenía intención de comprobar cuánto dolía uno de sus golpes. Corrió hacia Euphraty, dejando atrás al clon de Aristan.


Cuando Jarley alcanzó a la elfa dalishana, la puerta se cerró de golpe, como si una voluntad invisible la hubiera empujado. La magia del lugar no le permitía escapar.

Euphraty, que sí había cruzado, parpadeó con incredulidad. Luego, recordó la escalera rota de la gran sala de las tumbas, en la planta superior.

—Tal vez aún haya una forma —susurró, y se echó a correr.

Dentro de la cámara, Jarley se detuvo un instante, mirando la puerta cerrada. Sus hombros cayeron con un suspiro resignado.

—Maldita sea…

Giró hacia Aristan, que apenas lograba mantenerse en pie por los puñetazos de su enemiga. El joven mago alzó el brazo y conjuró un nuevo hechizo.

—¡Puño pétreo!

Una mano de roca surgió del aire y se lanzó contra la estatua femenina, para dar un respiro al agotado clon.

¿Qué extraños poderes tiene el árbol mágico?, ¿Por qué la estatua no atacó a Euphraty?, ¿Podrá Jarley salvar al clon de Aristan de los golpes de la estatua femenina?… Estás y más preguntas deberán tener respuesta en futuras sesiones.

Espero que os guste nuestra campaña,

Un saludo a tod@s

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