Menace Under Otari
DIRIGIDA POR:
Diego
PROTAGONIZADA POR:
Kyra
Paco "Telmo"
Merisiel
Miguel
Ezren
Alberto
Valeros
Julio "Albinus"
Resumen de la sesión
La mediana Tamily
Tanderveil, pescadera del pueblo de Otari, publicó un anuncio donde solicitaba
ayuda, para acabar con el animal que estaba comiéndose el pescado del sótano de
su establecimiento. En el anuncio ofreció 10 piezas de oro a cada valiente que
realizara el encargo y cuatro héroes se presentaron en la pescadería.
El grupo bajó al sótano bien
iluminado, donde encontraron dos barriles abiertos y trozos de pescado en
salazón por el suelo. Kyra, la clériga humana del grupo, observó unos profundos
arañazos en algunas tapas de los barriles de la estancia. Sin embargo, lo más
llamativo era un agujero escavado en la pared. Por desgracia, mientras el grupo
de héroes se preguntaba quién podría haber realizado la excavación ilegal,
fueron sorprendidos por unas ratas gigantes, que se abalanzaron sobre ellos.
Las ratas gigantes
mordieron a Kyra y al sorprendido guerrero humano Valeros. La clériga estaba furiosa
y acabó aplastando a una de las ratas con su cimitarra. Sin embargo, el arma se
escapó entre sus dedos, debido a la sangre del animal y cayó a su espalda.
Merisiel, la elfa pícara del grupo, se movió rápidamente hasta las ratas y con
su espada corta pinchó a una de ellas, la cual emitió un molesto chillido. Ezren,
el viejo mago humano, intentó sin éxito congelar a las ratas del fondo del
túnel, con su hechizo de rayo de frío. El último en reaccionar fue Valeros, que
destrozó sin piedad a otra enorme rata, con un poderoso golpe de su espada
larga.
El contraataque de los
animales no se hizo esperar y se abalanzaron sobre Valeros lanzando feroces
mordiscos, que volvieron a atravesar su armadura. Sin embargo, dos de ellas se
pelearon por el jugoso botín y una acabó muerta junto a los restos de pescado
dispersos en el suelo. Kyra recuperó su cimitarra a la vez que Merisiel terminaba
el combate, con precisos golpes de su espada corta, sobre las rabiosas ratas
que acosaban a Valeros.
Después de recuperar el
aliento, Kyra, musitó una plegaria y puso su mano izquierda sobre el hombro del
herido Valeros, que observó cómo los profundos cortes producidos por los
mordiscos de las ratas se cerraban lentamente. Merisiel entró en el misterioso
túnel escavado, pisando los restos de las ratas muertas, y llegó a una fría
caverna natural bajo las calles del pueblo de Otari. Avanzó en la oscuridad y
sólo gracias a su visión en la penumbra, se percató de un peligroso desnivel de
varios metros de altura frente a ella. Los héroes ataron una de sus cuerdas en
la roca más grande que encontraron y descendieron cuidadosamente para evitar
una dolorosa caída. Al llegar al suelo, Kyra utilizó su truco de luz para crear
una esfera e iluminar la caverna y su compañero Ezren recitó unas palabras
mágicas, iluminando con un tono azulado la espada desenvainada de Valeros, para
tener otra fuente de luz, que pudiera ayudarles a moverse en la sinuosa
excavación.
Desde su posición vieron
un único túnel que discurría en dirección norte y tras avanzar unos cientos de
metros, se abrió a otra caverna natural, donde unos hongos luminosos ofrecían
una luz mortecina. Las telarañas enredadas entre las estalactitas parecían
cortinas brillantes que descendían hasta el suelo de piedra. Valeros, gracias a
unos saltos acrobáticos, evitó enredarse en los pegajosos hilos. Sin embargo,
Merisel que iba tras él, se enredó en una telaraña y la vibración de su
movimiento se amplificó al resto de los hilos, alertando a una gran araña, que rápidamente
detectó su posición y avanzó cautelosamente en busca de su nueva presa.
Kyra, al ver a Merisiel
en problemas, se abalanzó sin miedo sobre la araña y golpeó con su cimitarra en
una de sus patas para llamar su atención. Ezren lanzó un nuevo rayo de frío que
no llegó a impactar al arácnido. Valeros, preparó una flecha en su arco corto y
disparó al abultado abdomen de la bestia. Por último, Merisiel lanzó sus dos
dagas hacía el monstruo, pero solo una de ellas se clavó en su viscoso
caparazón. La araña gigante atacó con sus numerosas patas desde los hilos de la
telaraña a Kyra, que estaba trabada en combate con ella, hiriéndola en el
hombro derecho y en la pierna izquierda. A continuación, descendió por el grueso
hilo hasta Merisiel y con un terrible mordisco venenoso la dejó preparada para
envolver en un capullo de tela. Kyra, se levantó a duras penas y mientras
cojeaba en dirección a la parte trasera de la araña, musitó una nueva plegaría
y con sus manos envueltas en llamas, agarró con fuerza al monstruo, que se
retorció de dolor, antes de morir consumido por el fuego.
Restos en llamas de los
hilos de la telaraña, cayeron lentamente sobre el suelo. El olor a carne
quemada era nauseabundo y Valeros estuvo a punto de vomitar. Ezren se tapó la
nariz y la boca con un fino pañuelo de seda azul y Kyra, pidiendo ayuda a los
dioses una vez más, consiguió crear un círculo de luz alrededor del grupo de
héroes y restablecer un poco la salud de todos. Por último, encontraron varios
objetos en una esquina de la caverna: una espada bien afilada con una piedra
preciosa engarzada en su empuñadura y una poción con un líquido rojizo en su interior
que Ezren identificó como curativo.
Los héroes abandonaron la
caverna de la araña y ante ellos se abrió un pasaje natural a excepción del
suelo, que había sido nivelado a propósito. Una barricada fabricada con maderas
de barril bloqueaba un túnel lateral, que descendía en la oscuridad y otro
camino se desviaba en dirección sur. Valeros iluminó con su espada en dirección
norte y al fondo pudo apreciar que el pasaje se abría a una estancia y además
escuchó un leve sonido procedente de aquel lugar. Sin embargo, Erzen y Kyra no
veían con buenos ojos atravesar la barricada por si los constructores habían
ocultado trampas en aquella dirección.
Finalmente convencieron a
Valeros y tomaron el camino del sur, donde el suelo no había sido nivelado. Avanzaron
durante unos minutos en silencio siguiendo la hoja iluminada del guerrero y
llegaron a una enorme puerta antigua de doble hoja. Estaba fabricada en madera y
tenía las bisagras oxidadas por la humedad y el paso del tiempo. Valeros, miró
a sus compañeros fijamente y a continuación reventó las puertas de una patada,
que arrancadas de sus bisagras golpearon el suelo creando un estruendo y
levantando una nube de polvo alrededor de los héroes.
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