Campaña de SPIRE con los amigos del Salón del Rey de la Montaña. Sesión 19 La ratonera

Hola amig@s de albinusrol, hoy continuamos nuestra serie de entradas dedicadas a la Campaña del juego de rol SPIRE, que he jugado de forma online junto a mis amigos roleros, José Manuel Palacios “Panda”, Dani “Danpe”, David “Aakroma” y José Alarico “Jan Cantor”, donde quiero compartir con tod@s vosotr@s el resumen de cada sesión.



Todos formamos parte del grupo de rol en la plataforma Discord “El Salón del Rey de la Montaña”, donde se suelen hacer quedadas mensuales (siempre que se puede) para jugar a rol de forma presencial. Sin embargo, debido a la pandemia del covid-19, no pudimos quedar tanto como nos gustaría y decidimos jugar todas las semanas por internet, para seguir disfrutando de nuestra afición entre amigos.

La campaña es del juego de rol SPIRE, que financió su versión en castellano exitosamente el 7 de junio de 2021 en verkami, gracias a la editorial Cursed Ink. Si queréis ver cómo es este juego de rol, os dejo el enlace a nuestro unboxing de SpireO si preferís la reseña del juego realizada por nuestro compañero Fede para saber más, no dudéis en pinchar los enlaces: SPIRE: Ambientación y ReglasSPIRE: Distritos, facciones y Dirección.

SPIRE es una descomunal ciudad de elfos oscuros, que hace doscientos años fue conquistada a sangre y fuego por los altos elfos de las tierras heladas del norte. Ahora, los aelfirs (altos elfos) gobiernan la ciudad con crueldad, mientras que los drows malviven bajo su tiranía. Pero un pequeño grupo de drows quiere acabar con los aelfirs y recuperar la ciudad. Los personajes jugadores son drows que forman parte del Ministerio de Nuestra Señora Oculta. Como ministros, realizarán misiones desesperadas para socavar al gobierno y dar pasos hacia la libertad. Practican el espionaje, el robo y hasta el asesinato para conseguir sus objetivos, sabiendo siempre que un paso en falso supondrá su caída… y la de todos sus seres queridos.

El Salón del Rey de la Montaña se enorgullece de presentaros la campaña: 

JUEGO DE ROL

SPIRE, la ciudad debe caer

ESCENARIO

Alma y Vida

DIRIGIDA POR: 

José Alarico "Jan Cantor"

 PROTAGONIZADA POR:

Elvi 
José Manuel Palacios "Panda"

Dipree
Dani "Danpe"

Ventris
David "Aakroma"

Amadeus
Julio "Albinus"


Resumen de la sesión

Los agentes del ministerio se encontraban en la casa anexa a la capilla. El silencio reinaba en la estancia, solo roto por el leve chisporroteo de una vela cuya cera se derramaba sobre la mesa.

Dipree, con la mirada fija en la llama, cuestionó si necesitaban asesinar a Winters. La duda era evidente en su voz, recordando las advertencias de sus reflejos en la taberna Las Jarras Cantantes. Ventris reaccionó de forma brusca. Reprochó a Dipree su vacilación, recordándole como el ministerio había ordenado la muerte del traficante.


Elvi intervino, con voz templada pero firme. Recordó que el verdadero motivo del encargo era estratégico: Winters abastecía de armas a los Paladines del Templo Solar, enemigos declarados del ministerio. Su muerte era necesaria para debilitar esa amenaza.

Afuera, el barrio de la Hilera Roja ardía de resentimiento bajo una luna apagada. El aire traía consigo el hedor de aceite quemado, metal oxidado y la amarga desesperación de los familiares y amigos de los obreros abatidos por los sicarios del traficante de armas.

La mansión de Winters, un edificio de dos plantas con ático construido en mármol blanco y piedra, brillaba bajo la tenue luz de las farolas de gas. Sus bellos jardines parecían un disfraz para ocultar la podredumbre que rodeaba sus muros. Más allá de la verja de hierro forjado, la desesperación se agolpaba. Viudas drows, con mantos negros, sostenían a sus hijos famélicos. Sus voces, quebradas por el llanto, suplicaban a los guardias un trozo de pan. Sin embargo, las súplicas se desvanecían como el humo. Los vigilantes, con sus armaduras bruñidas, mantenían la mirada fija en el horizonte, cumpliendo las órdenes de su patrón.


Los invitados llegaban en carruajes ornamentados. Bajaban envueltos en perfumes para intentar ahogar el hedor del barrio. No miraban a los mendigos. No escuchaban sus ruegos entremezclados con la música procedente de la fiesta.

Elisabeth Aguja e Hilo lideraba su séquito. Una drow alta, de mediana edad, cabello recogido en un moño impecable. Su vestido granate, de escote pronunciado, combinaba con su única joya: un rubí resplandeciente. La envolvía un olor dulzón a opio, procedente de la pipa que fumaba con elegancia. Junto a ella, Dipree y Ventris caminaban en silencio, flanqueados por el resto de los acompañantes de la señora.


Minutos después, Elvi y la lajhan cruzaron la verja. Ambas lucían túnicas ceremoniales. Los guardias, respetuosos, no abrieron la caja que Elvi sostenía con firmeza.

Dentro, el salón principal era amplio, pero no acogedor. Un suelo de mármol ajedrezado reflejaba la luz de candelabros dorados. Los espejos multiplicaban el espacio, pero también la sensación de vacío. En una esquina, un bar ofrecía todo tipo de bebidas. Un grupo de músicos tocaba en una tarima, mientras en la parte superior una balconada de madera rodeaba la sala. Apenas algunos arreglos florales intentaban, sin éxito, dar color al lugar.


Dipree recorrió la sala con la mirada. Los guardias dispersos en el balcón eran soldados de la ciudad contratados para la ocasión. Desde su puesto privilegiado controlaban a todos los visitantes. El agente de las sombras se escabulló al baño para cambiar su apariencia y hacerse pasar por uno de ellos con el objetivo de encontrar al señor Winters.

Ventris se apoyó en una columna, observando. Los asistentes, envueltos en sedas, murmuraban en grupos cerrados. Nadie deseaba estar allí. Solo acudieron porque no podían rechazar una invitación de Winters. Para ser una fiesta de cumpleaños, la mansión estaba desprovista de alegría.

Patricia Issen, una drow de facciones finas y nariz aguileña, con un vestido verde de lentejuelas, atendía a los invitados.


—Elisabeth, cuánto tiempo sin verte —dijo la asistente.

—Me sorprendió la invitación de Winters —replicó Elisabeth con ironía.

—No te preocupes. Solo quiere tener cerca a las personas a quienes aprecia—respondió Patricia, con una sonrisa forzada.

La asistente miró de reojo al séquito y se detuvo un momento en Ventris, antes de excusarse para recibir a más invitados.

Elvi y la Lajhan se desplazaron con discreción por la sala. Patricia se acercó e hizo una reverencia protocolaria.

—Madre Elijha, qué honor tenerla aquí.


—No me perdería esta ocasión —respondió la lajhan —. Permitidme presentaros a la hermana Elvi. Viene a entregar un regalo al señor Winters.

—Es un honor estar aquí —afirmó la sacerdotisa.

—No, no. El placer es mío, hermana. Si lo desea, puede dejar el regalo allí mismo —dijo la joven señalando una mesa de mármol repleta de obsequios de los invitados.

—Preferiría entregarlo en persona —remarcó Elvi, apretando la caja contra su pecho.

La asistente se despidió con una sonrisa forzada.

Ventris se dejó caer en un asiento cercano a los músicos. Bebía despacio. La canción sonaba monótona, los rostros aún más. Se dio cuenta de cómo nadie disfrutaba de la fiesta.

—¿Nos conocemos? —La voz de la asistente la sacó de sus pensamientos.

—No lo creo

—Patricia Issen. —Se presentó, tendiéndole la mano.

—Ventris —respondió, estrechándola.

—Estoy segura de haberla visto antes. ¿Fue en la fiesta de Lili Karen? Tocaba el violín, ¿verdad?

—Me alegra que me recuerde.

—Quizá podamos organizar una audición privada. A Winters le encantaría escucharla. —señaló Patricia mirándola a los ojos.

—Será un placer —respondió Ventris, vaciando su copa.

La asistente le ofreció la mano y la condujo fuera de la sala.

Mientras tanto, Elvi murmuraba la oración de un ritual que la sintonizaría con la mansión y la ayudaría a localizar a su objetivo. Sus dedos rozaron el mármol frío, conectándose con la estructura. Un escalofrío la recorrió. La sala principal tenía una función clara: las puertas de metal, la balconada alta, las ventanas cerradas..., era una ratonera. La sacerdotisa abrió los ojos, el sudor pegaba la túnica a su piel. La música bajó de volumen. La luz de los candelabros parpadeó. Un sonido seco de metal selló el aire. Los invitados intercambiaron miradas incómodas. No habían visto aún al señor Winters. Y ahora, nadie saldría de allí.


Espero que os guste nuestra campaña,

Un saludo a tod@s

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